Sab, 2 Abril 2022
TranscurrÃa el 2020; estábamos en plena pandemia, el mundo entero sufrÃa las muertes de su familias, limitados de muchas cosas a eso le sumo mis problemas laborales, estar lejos de mi familia, de mi hijo. Pensaba y me decÃa a mi misma; yo vine a Lima por un propósito, por un sueño; no me puedo regresar a lo mismo y con las manos vacÃas; que le voy a ofrecer a mi hijo, que va ser de mà misma como mujer.
Lo del trabajo prometedor fue un elefante blanco y me sentÃa decepcionada, frustrada. Y aún estaba por venir lo peor; una llamada de sábado por la mañana lo cambió todo, viajé más de 14 horas en auto hasta Lajas distrito de la provincia de Chota en Cajamarca, sorteando la hostilidad de cada retén policial, que hasta me pedÃan "para la gaseosa" sin entender que mi padre estaba en estado crÃtico;
Cuando llegó efectivamente mi padre agonizaba en su lecho de muerte, postrado en una cama a causa de repetidos derrames cerebrales; fue devastador para mà encontrarlo asà y tal como lo presagiábamos con mi madre y mis hermanos; pues tenÃamos que ser fuertes, ya los médicos no nos daban esperanzas de vida para él.
Tal cual, pasó como lo pensamos, fallece un 17 de setiembre a medio dÃa, con el corazón en la mano y pasados los actos mortuorios, inmediatamente tuve que volver a Lima; empiezan a transcurrir los dÃas y producto del constante estrés, la pena y tanto sentimiento encontrado tras la muerte del hombre que me dio la vida; cierto dÃa me miro al espejo y no era yo, tenÃa el rostro lleno de manchas oscuras en las mejillas, la nariz, la frente; intenté desaparecerlas con cremas farmacéuticas, lÃneas cosméticas muy conocidas y nada, no veÃa resultados.
Con el pasar de los dÃas y la preocupación de ver mi rostro en ese estado, opto por investigar sobre cosmética natural; siempre recordaba que mi abuelita decÃa que el agua de arroz aclara la piel, que la sangre de grado cicatriza y desinflama heridas, que la babita de la sábila y que ésto y lo otro; me puse a indagar, pregunté, investigué y llegué a tomar unas clases de biocosmética.
Y sucedió lo que Dios tenÃa pensado para mÃ, empecé con hacer mi propio jabón de cúrcuma y arroz, al poco tiempo vi los resultados y encontré mi pasión, amaba hacer jabones, los hacÃa con mucho cariño y dedicación, ya luego se vinieron los shampos, los desodorantes y más como cremas, mascarillas, etc.
Entonces dije ésto es lo que quiero hacer; tengo que tener una marca, me decÃa a mi misma; fácil no va ser pero tampoco es imposible; si puedo ayudar a las personas a cuidarse de manera manera natural, el proceso y el producto es amable con nuestro planeta y puedo dar trabajo a otras mujeres emprendedoras como yo. Pues mangÃnifico y es asà como surge "AAMEVA", que es el resultado del nombre de mi hijo AARÓN y de mi mamá MARIA EVA. Éste emprendimiento se lo dedico a mi papá hasta el cielo y seguiré trabajando por mi madre, por mi hijo y apoyar con mi granito de arena para hacer ayuda social. A las mujeres que están pensándolo, pasando una mala rachas; no se rindan, luchen por sus sueños que con fe y dedicación van a sacar adelante ese sueño.
Prensa: Peruvirtual.net